Visita al Museo del Cine de Girona
Colección de Tomàs Mallol
Hace unos días tuve el placer de visitar el Museo del Cine de Girona, juntando dos grandes pasiones para mí: el cine y el museo.
Para que un museo te atrape más allá del interés de una exposición bien presentada, es necesaria la admiración por la temática. Y en este caso, se daban las dos condiciones. La colección de objetos de Tomàs Mallol es una de las más ricas y curiosas que he visto.


El Recorrido
La exposición se divide en tres plantas, con un recorrido realizable en hora y media, aunque bien apetece quedarse más tiempo. Es también muy recomendable conectar la audioguía, que adereza la exposición con mil detalles que rodea a la historia de los distintos cinematógrafos.
Si bien el circuito se concentra en los orígenes más tempranos de la captación de la imagen hasta la era del mismo SuperNIC (la primera versión del CinExin de los 80), podemos reconocer gratamente en el recorrido, las primeras formas de experimentación con luz, encontrando las semillas del videoarte, las proyecciones creativas, la estereoscopía y los inicios del VFX con los primeros trucajes cinematográficos.
Un perfecto ejemplo de Transformación Digital bien aplicada.
La transformación digital de espacios museísticos, es una gran ayuda para contar las partes perdidas de la historia, enriquecer la colección de objetos con apoyos gráficos e informativos, recrear elementos mediante tecnologías de realidad extendida, e incluso devolver a la vida a personajes históricos mediante combinaciones de deep fake e inteligencia artificial, por poner algunos ejemplos.
Sin embargo, a menudo se cae en el error de la sobrecarga de efectos audiovisuales e interactivos, que no sólo le hacen un flaco favor a la narrativa de la historia, sino que convierten el recorrido en un descontextualizado parque de atracciones, donde la tecnología toma el protagonismo, anteponiéndose al mensaje de la exposición.
En este caso, y aunque, el Museo de Cine de Girona, es una presentación clásica del museo de objetos tangibles, dado el increíble número de modelos que contiene, es muy astuta a la hora de introducir austeramente elementos interactivos y de proyección que apoyan el recorrido, sin alardes audiovisuales que empañen la colección.
Por poner un ejemplo de buenas prácticas de transformación digital, las proyecciones que se encuentran en la exposición pueden agruparse en torno a tres factores, bien fundamentados:
- Recreaciones proyectadas de las primeras técnicas de experimentación con luz, como el teatro de las sombras, que no tiene registro audiovisual.
- Apoyo logístico: simulando mediante retroproyecciones, el falso funcionamiento de modelos expuestos. En su mayoría en los exhibit correspondientes a los predecesores del actual proyector, como La Linterna Mágica, el Fantascopio, el Praxinoscopio o las Cronografías.
- Exhibición de las primera películas creadas por los hermanos Lumiére, así como el padre del VFX, George Meliès, con su famoso Viaje a la Luna, entre otros ejemplos clásicos.


Exposiciones Temporales
Como complemento adicional a la visita, encontramos un cuarto espacio en la planta baja, dedicado a exposiciones temporales. En mi caso se encontraba la exposición «De Formes Deformes», una forma diferente de ver la estereoscopía. Personalmente no tuve tiempo de ver bien esta última parte, así que tengan en cuenta los interesados que el horario de cierre del museo es a las 18:30, y para disfrutar de las dos exposiciones hay que calcular tranquilamente dos horas.

Final del viaje, y un deseo para el futuro
Con una colección tan espectacular como la de Mallol, sólo habría potenciado más su tienda de merchandising, donde además de los clásicos productos de los momentos icónicos de la historia del cine, sería interesante ofrecer miniaturas de los increíbles juegos ópticos expuestos, como el del fenaquistoscopio o el praxinoscopio de Émile Reynaud, artefactos que creaban la ilusión del movimiento a través de un sistema de espejos y discos giratorios, mostrando animaciones en loop a través de una mirilla. Un juego mecánico que me habría gustado tener en tamaño bolsillo.
Por lo demás, vuelvo a recomendar la visita a este Museo del Cine, así como la propia ciudad de Girona, sorprendente por la calidez de sus empedrados iluminados con luz anaranjada, su coloridas casas al borde del río, y su arquitectura medieval, usada como escenario para ficciones fantásticas como la famosa Juego de Tronos.


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